sábado, 17 de agosto de 2013

Viaje en Barco

Hace unos meses, mis padres me dijeron que querían venir a Europa en Julio-Agosto. La idea era pasar juntos un par de semanas, en algún sitio en Europa. Conociéndolos, sabía que no aguantarían el calor del verano europeo, así que pensé en otras salidas. Y en eso, recordé que siempre había querido ver los fjords noruegos, así que le sugería a mi padre "¿Y por que no vamos a los países escandinavos?"

A mi padre se le iluminó el rostro. Fue corriendo a su computadora, y luego de un par de días me dijo "¡Nos vamos de crucero por el mar Báltico."

Yo le hice notar que en el mar Báltico no hay fjords (que yo sepa), pero él insistió "¡Nos vamos de crucero por el mar Báltico!"

Así que eso. Nos fuimos de crucero por el mar Báltico.

El plan era el siguiente. Ellos volarían directo a Amsterdam, se quedarían unos días allá (aclimatándose, o algo por el estilo), y luego volarían a Estocolmo, a donde yo tendría que ir a encontrarlos. De ahí saldría el barco. Nada demasiado difícil.

Unos días antes del viaje, revisé mi itinerario. Llegaría al aeropuerto de Arlanda, y tenía que llegar de alguna forma a nuestro hotel, en Strandvägen (creo). Revisé la web del aeropuerto, y descubrí que el Arlanda Express me podría llevar a la estación de tren de Estocolmo. Luego, usé Google Maps para descubrir que debía tomar el bus 62 para llegar al hotel. Me sentí 2.0 total.

Al llegar a Arlanda, tomé el tren sin muchos problemas. Llegué a la estación, y revisé las instrucciones de Google Maps. Fue un poco fuerte mi sorpresa, al notar que las instrucciones se resumían en:

- Sal de la estación.
- Atraviesa edificios, salta ríos, y monta una cabra hasta la estación de bus.
- Toma el bus 62.
- Llega al hotel.

Resulta que no soy tan 2.0 como creía.

Después de perderme dos veces, y atravesar una zona residencial, donde fui mirado como bicho raro más de una vez, encontré otro paradero del bus 62. Fantástico. El bus no se demoró en pasar, y llegué al hotel, sin problemas.

Dos días después, nos subimos al barco. La cosa era bastante interesante. Diez pisos, con dos piscinas, un teatro, tres bares, dos restaurantes, discoteca, gimnasio, spa, biblioteca, sala de juegos de mesa, casino... Luego me dijeron que era un barco misio, que había otros con carros chocones, pista de patinaje, y túnel de paracaidismo. En serio.

El itinerario era interesante también. Un día en Helsinki, tres días en San Petersburgo, un día en Tallinna, otro día en la isla Gotland, otro día en Berlín, y finalmente Copenhague. El barco andaba lleno, con 2000 personas en total, casi el 50% de ellos siendo gringos, seguidos de un 10% de españoles (¿Crisis? ¿Qué crisis, chaval?). Claro, el barco era tan grande que nunca sentías tener a 2000 personas contigo.

La primera parada fue en Helsinki. Ahí aproveché para encontrarme con La Finlandesa Particular, a quién no veía desde Diciembre del año pasado. Cuando le escribí por correo, ella me preguntó qué quería ver de su ciudad, y le comenté que no estaba seguro, que me llevara a los sitios por donde ella paraba.

Pues la genial chica no tuvo mejor idea que llevarme a la biblioteca de su universidad. Total, paraba ahí casi todo el día. Y a la cafetería universitaria, donde descubrí que los finlandeses beben leche en el almuerzo.

Ya les había dicho que era bastante particular, mi amiga.

Luego, me llevó a una isla, donde habría danzas y cantos típicos de Finlandia. El pequeño detalle fue que las danzas ocurrirían la semana siguiente. Pero no problem, la verdad la pasamos muy bien, chismeando sobre toda la gente del Foyer en Ginebra (sí, en particular hablamos de ti, preocúpate).

El resto del viaje estuvo bastante bien. Para esto, si necesitan un guía hispano-parlante en San Petersburgo o en Berlín, envíenme un mail o algo, que tengo muy buenos contactos.

El único problema que tuve fue en las noches. Mis padres se iban a dormir relativamente temprano, y me aburría un poquito después de las 11 pm. Tengo que admitir que no conocí mucha gente, subí a la discoteca un par de veces a ver qué onda, pero estaba media muerta. Luego la camarera me contó que este crucero en particular había sido bastante aburrido, que no había habido casi nada de juerga. Boh.

Pero nada, una experiencia interesante, que recomiendo hacer una vez en la vida. Ahora tengo que bajar todos los kilos que subí, y ponerme al día en la chamba. Este lunes viajo a Padova para conversar con una colaboradora, y luego paso por Trieste para presentar un trabajo. Será interesante, además de tener ganas de contar qué estoy haciendo, he descubierto que habrá muchísima gentita de Würzburg. Vamos a ver si da para contar.

¡Hasta la próxima!